El pasado 15 de febrero, el Parlamento Europeo votó con holgada mayoría a favor del a aprobación del Tratado de Libre Comercio entre la UE y Canadá, más conocido como CETA.
El acuerdo elimina los aranceles de la mayoría de bienes y servicios, pero más allá de las ventajas económicas que pueda representar, sobre todo en cuanto a volumen de exportaciones, este Acuerdo se ha convertido en un símbolo de las fuerzas antiglobalización que pretenden evitar que se convierta en un precedente a imitar.
Si bien supondrá ventajas para las PYMES a nivel exportaciones y certificaciones aduaneras, por otro lado, se teme que las grandes multinacionales tengan vía libre en sectores como la salud, la educación o los servicios sociales ya que el Acuerdo prevé libertad a los Estados para organizarse.
Durante el 2016, este Acuerdo sufrió muchos retrasos y fue objeto arrojadizo entre las políticas de izquierdas y de derechas, el hecho de que el Parlamento Europeo lo haya aprobado supone un paso esencial y requisito indispensable para su provisional entrada en vigor con carácter inmediato, aunque pendiente de su ratificación por parte de cada Estado miembro.